No quiero que te quedes por miedo, ni por chantajes o amenazas. No quiero que te quedes por el temor a perderme. No quiero que te quedes por qué tienes la necesidad de tenerme.

Quiero que te quedes por qué es lo que quieres, por qué cada día que abras los ojos sea tu decisión estar a mi lado. Quiero que te quedes por qué disfrutas verme y gozas de mi compañía. No quiero que te quedes por miedo a verme llorar, quiero que te quedes porque disfrutas verme sonreír. No quiero que te quedes por hacerme compañía, no quiero que te quedes por qué yo no pueda ir contigo.

Quiero que te quedes por qué soy lo que te hace sentir y a mi lado quieres vivir.

No quiero que te quedes por qué «Es lo que se hace» o el «qué dirán», quiero que te quedes porque es lo que tú haces y lo que tú dices.

No quiero que te quedes reprimido, pensando en que habría sido si ya te hubieras ido. No quiero que te quedes pensando en que estarías haciendo, sino disfrutando de lo que haces. 

No quiero que te quedes por lastima, por tabúes, por reproches. No quiero que te quedes por traumas pasados o por ilusiones futuras. No quiero que te quedes porque es lo que queda ni por qué es lo que toca. No quiero que quedarte sea un sacrificio.

Quiero que te quedes por gusto, por convicción y trabajo en la tolerancia a la frustración. Quiero que te quedes porque es lo que te hace sentido, quiero que estés porque estás convencido de querer estar conmigo.

Quiero que te quedes por qué te quieres tanto a ti que la consecuencia es quererme a mí por eso. No quiero que te quedes porque me duela que te vayas, sino porque a ti te duela irte sin mi.

No quiero que te quedes por mí sino por ti

A.