Sigo creyendo en la empatía, la conexión, el compañerismo y el amor a primera vista. Creo en la compasión, los besos y los abrazos que quitan el dolor. Sigo creyendo en los buenos deseos, en las buenas intensiones, la lealtad, la fidelidad y las buenas acciones. Creo en la gente que se preocupa, que cuida su planeta, que reciclan, separa la basura y no tira aceite a las coladeras.
Sigo creyendo en las madres que se preocupan por la crianza de sus hijos, que cuidan el contenido de caricaturas, videojuegos y libros. En los padres que participan en sus cuidados, que son personas significativas y de apego para los niños. Creo en aquellos que aún les dan tiempo y cariño, aquellos que todavía juegan al aire libre y priorizan a la familia.
Sigo creyendo en las segundas, terceras y cuartas oportunidades que cualquier personas necesite para crecer, cambiar y trascender. Creo en el perdón, en el olvido, en el amigo y en los lazos que nos mantienen unidos. Sigo creyendo en esa gente que se preocupa por los otros, que no coleccionan dinero y da a manos llenas. Creo en el amor eterno, en el para siempre y por siempre. Creo en las promesas, en la magia y la generosidad desmesurada. En la paz, la tranquilidad y la esperanza.
Sigo creyendo en la gente que se cuestiona, que ve más allá, que busca y busca con el único propósito de trascender de verdad. Creo en los etiquetados como hippies, en los nómadas y peregrinos, en los veganos y vegetarianos, en el yoga, los maratones y triatlones, en la meditación que te regresa a casa, en la psicología, la pedagogía, los médicos sin fronteras los colegios que tratan a sus alumnos como personas y no como números.
Sigo creyendo en la vida, en la gente caminando sin miedo, en los parques y los abrazos generosos de la naturaleza. Creo en la bondad de la gente, en sus ganas de mejorar y la lucha incansable de amar cada vez más. Creo en la felicidad y el dolor de panza por una carcajada, en los cachetes entumidos por una eterna sonrisa y en las lagrimas por un buen chiste. Sigo creyendo en el bien desinteresado, en la ayuda de corazón, en el perdón, en la libertad bien intencionada, los sueños y en la ilusión.
Creo en la igualdad, en la existencia innecesaria de fronteras y religiones, en la sobriedad, la diversión sana, en la madurez y el crecimiento. Creo en los niños en su bondad natural y genuina que busca constantemente el amor y no la guerra.
Me niego a creer que los actos violentos de la humanidad nos definen, me niego a creer que el mundo se está cayendo en pedazos, me niego a concebir la idea qué eso que escandaliza, duele y parte corazones es mas fuerte que la bondad. Me rehuso a creer que son más ellos que nosotros. Me rehuso terminantemente a creer que soy presa del terrorismo, el odio y la represión. Me niego a creer que lo que mata es más fuerte que lo que vive, vibra y emana a diario amor, yo creo absolutamente en el amor.
No hay lagrima, desgracia o tristeza que por más dolor, me hagan perder la fe en el amor. Sigo creyendo en el amor, creo fervientemente en el amor. Creo que el amor es la fuerza que mantiene y salvará al mundo, no hay ataque que pueda opacar al amor. La violencia no se combate con más violencia, logremos que el amor sea el protagonista de nuestro planeta, hagamos notar al amor. Hoy mas que nunca sin minimizar los hechos devastadores debemos de maximizar los actos espontáneos de amor, no pierdo la esperanza de que el amor… nos hará libres.
¡Sigo creyendo que somos más, que podemos más!
A.