No me volví peregrina porque me sentía perdida sin embargo en el camino encontré respuestas que jamás pensé que existían, durante él viaje tan dentro de mi que me descubrí en aspectos que no conocía.
En el camino no hay roles, estereotipos ni ningún tipo de juicio. Ahí eres tú y amas al otro por ser Él de la misma manera. No hay límites, nacionalidades ni fronteras, las lenguas no se vuelven una barrera. Ahí conoces; conoces de verdad; te dejas conocer, expones tus heridas, tus fracasos, tristezas y alegrías. Ahí eres quien siempre haz querido ser.
No caminé sola buscando ni esperando compañía pero al final conocí personas que se volvieron familia. La meta tampoco era reconciliarme con mi soledad sin embargo el camino me enseñó que nunca estás solo, que ahí donde más solo estás es cuando más acompañado te sientes. No solo estuve conmigo sino que con el tiempo el mismo camino puso a personas que ya eran parte de mi destino.
No hice el camino esperando algo de Él, lo recorrí sin darme cuenta que era Él quién recorrió cada centímetro de mi. El camino está lleno de metáforas, lecciones y corazones, el camino es el sitio donde todo mundo saca su ser natural, amor incondicional sin esperar nada a cambio, solo vivir de verdad. El camino es tanto y a la vez es indescriptible, es mágico, atemporal, ahí no hay edades, nacionalidades ni clases sociales. No hay tiempo ni distancia, no existen los días, los plazos ni las reglas. Ahí no hay prisas, no hay planes, hay vida.
El propósito no era dejar en él mis problemas y de hecho así fue. El camino no absorbe lo malo, el camino es tan bondadoso que te da herramientas para afrontar todo tipo de adversidades, te enseña que los obstáculos existen pero no hay colina, tormenta o distancia que con fuerza y paciencia no puedas recorrer, el camino por si solo emana valentía, te empodera y te da vida.
No recorrí 218 km huyendo de mis miedos sin embargo en el camino a pesar de las adversidades y algunos temores te das cuenta que al ser tan libre el miedo se disipa pues no hay nada que esperar, nada que demostrar y sobretodo no hay nada que perder pues tampoco esperas ganar. El camino es vida, pura y misma. El camino está trazado pero el recorrido no está escrito, se hace el camino al andar.
No hice el camino de Santiago porque tenía el corazón roto, sin embargo mi corazón sanó de mil maneras. Sin duda después de él no soy la misma, hoy me siento más humana, más plena y sobre todo más llena de energía.
El camino me enseñó que hay dos vidas, la segunda empieza cuando descubres que solo tienes una.
¡Buen Camino!, A